Estimado Incubbus:
En respuesta a tus escritos
Ha pasado media década desde que dejé de vivir en tus pupilas, desde la última vez que tome tus manos y respiré tu mismo aire, asumí que no volveríamos a encontrarnos y así como en antaño. "Guardaré mi corazón en un cofre y lo lanzaré al mar para que perdure en el tiempo" era lo que en esas noches oscuras conversábamos entre susurros para que el mundo no pudiera escucharnos. ¿Lo recuerdas? Y así mismo lo hice.
Tu vida brillaba por una extraña razón y di un paso al lado. Estabas feliz y yo no era la causa de ese júbilo. Asumí esa vez como tantas otras veces que la vida nos había enviado cada uno a su propio extremo =cómo siempre=
El amor ya no me golpea como antes, las cadenas ya no me tienen cautiva, ahora soy yo misma con alas extensas quien decide donde volar, más no posarme en el corazón de un alguien, si no más bien resguardar mi propia alma. Y no, no me he olvidado de ti y cada vez que veo tu rastro negro serpenteante en mi camino prefiero no llamarlo, ni invocarlo. Porque la vida te llevo a otras tierras ¿y quién dice que sea yo quién deba curar tus heridas?. Te observo a la distancia sin rencores, sin anhelos, sin desaliento. Sólo observo. Así como tu has aprendido en tu camino y yo también. Las cadenas ya no son el límite, es la coraza que le puse a mi pecho para librar las batallas y que no se expondrá hasta que sea el momento preciso. Oh! Incubo! no sabes lo difícil que es transitar mis caminos, la vida pavimentó mis pies para que me quedara incrustada en el tiempo, pero mi fuerza fue subestimada y a pesar del peso que arrastro sigo avanzando, tortuoso camino.
Jamás serás borrado de mi memoria, por cierto.
Pero las heridas que dejaste sangrantes en el pasado, sólo me hacen recordar que un amor entre esquinas ya no es factible. Usa tu alas y re aprende a volar, que tu pecho se llene de flores y de aire, como lo era en aquellos años. Estoy aquí, pero no podré acompañarte en tu sanación. La mía está completa. Cuando podamos vernos a los ojos y mirarnos de igual a igual, quizás sea el momento.
Ese momento que anhelamos desde que eramos unos críos.
Por el momento, responderé tus cartas y adoraré cada una de ellas como el tesoro más hermoso del planeta completo.
Atte,
Rafaela